Escribe Pedro Francke
Para discutir sobre el cambio climático, unas 20 mil personas de todo el mundo vendrán a Lima del 1ro al 15 de diciembre de este año. Al evento que se llama la COP 20 vendrán delegaciones de alto nivel de todos los estados. Sindicalistas, ONGs y activistas ambientalistas del planeta entero buscarán hacer oír su voz, en hindi, en swahili, en árabe, en chino. Miles de periodistas de todas las cadenas importantes del mundo estarán presentes.
Se gastarán millones de millas de
viajes en avión y habrá un tráfico infernal en nuestra ciudad capital en
momentos pre-navideños que producirán muchos gases de efecto invernadero. Pero
el mundo tiene que ponerse de acuerdo, y a pesar de la paradoja ambiental,
hasta ahora las reuniones presenciales siguen siendo fundamentales para tomar
decisiones entre muchos.
Calentamiento Global
El 5to informe del Panel
Internacional de Expertos sobre Cambio Climático ha reafirmado que el
calentamiento global avanza y ha establecido con un 95% de certeza que
somos los humanos los responsables (7 años atrás decía que tener certeza al 90%).
La temperatura del planeta ha
aumentado casi 1 grado centígrado (más precisamente 0,85 grados) entre 1880 y
2012, causando una elevación del nivel del mar de 19 centímetros.
El hielo del ártico se ha ido
perdiendo en los últimos 40 años a un ritmo de medio millón (500,000) de kilómetros
cuadrados por decenio; es decir, ya se ha perdido un área de hielo superior en
tamaño a la de todo el Perú.
Para el año 2100 la temperatura
global subiría entre 1,5 y 4,5ºC, causando
un aumento en el nivel del mar de entre 26 y 82cm (en el 2007
pensaban que subiría entre 18 y 59 cms).
Según el Informe Stern, 700
páginas escritas por un grupo inglés de alto nivel encabezado por el economista
Nicholas Stern, si no se hace nada el mundo se expondría a una recesión que
podría alcanzar el 20% del PIB global, con el riesgo de una ”disrupción de la
actividad económica y social durante el resto de este siglo y el siguiente, de
una escala parecida a la de las grandes guerras y la Gran Depresión”.
Hoy ya parece increíble que algunos
republicanos gringos, esos fanáticos pro-trasnacionales, hayan estado durante
décadas tratando de negar esta realidad, haciendo lobby y gastando millones de
dólares para difundir ideas sin sustento científico. Parece increíble, pero
todavía sigue sucediendo, con los lobbies petroleros a todo dar tratando de
desacreditar a los científicos. Parece increíble, pero al mismo tiempo que se
llevaba a cabo la COP 19 en Varsovia a fines del año pasado, los partidarios
del carbón – producto altamente contaminante – hacían su propia cumbre para
oponerse a las propuestas ambientalistas.
Colapso
Durante años, mientras escuchaba
estas historias del calentamiento global, desechaba rápidamente el tema. Tenía
una fe ciega en la humanidad. Hasta que leí “Colapso”, libro de Jared Diamond,
un biólogo norteamericano que recomiendo mucho (“El tercer chimpancé” y “Armas,
gérmenes y acero” también son excelentes). Bueno, “Colapso” muestra la historia
de media docena de sociedades humanas que desaparecieron por razones
ambientales: los mayas, los vikingos en Groenlandia, los indios anasazi, los
habitantes de la isla Pitcairn, los de la isla de Pascua.
Me acuerdo mucho de esos últimos:
vivían básicamente de la pesca y para ello hacían canoas a partir de los
árboles de la isla. Hasta que se tiraron abajo hasta el último árbol. Como se
pregunta Diamond, ¿cómo alguien puede hacer algo así? ¿Cómo pueden haber sido
tan estúpidos? Pues lo cierto es que la civilización de la isla de Pascua
colapsó, la población cayó a la décima parte y decenas de esas grandes cabezas
de piedra se quedaron a medio hacer, algunas incluso ya listas pero sin poder
ser trasladadas a los centros poblados. Simplemente fue sucediendo de a pocos,
y su organización, sus instituciones, no pudieron prever y ponerse de acuerdo;
siguieron haciendo todo como antes hasta llegar al colapso.
Ya llevamos casi dos décadas
discutiendo en el mundo sobre el calentamiento global, ya más de una década con
cumbres dedicadas exclusivamente al tema y no se ha avanzado casi nada en
términos de acción política. No hay un acuerdo global posterior al Protocolo de
Kyoto, firmado en 1997 pero que ha tenido muy poca eficacia real: los países
desarrollados no han cumplido sus compromisos de controlar sus emisiones de
gases mientras que China, fuera de toda obligación, ha aumentado tanto sus
emisiones que ha alcanzado a los Estados Unidos. Quizás estamos empezando a
parecernos un poquitito a los pascuences.
No es tan complicado
¿Qué hay que hacer? El informe
Stern dice que hay que invertir un 1% del PBI mundial en mitigación de los
riesgos; no es poco pero tampoco es una suma prohibitiva. Pero sobretodo hay
que tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Hay que reemplazar petróleo y
carbón por energías renovables (eólica, solar), estableciendo impuestos por la
contaminación producida y subsidiando nuevas tecnologías limpias.
Hay que detener la deforestación,
controlando la tala y quema indiscriminada y promoviendo el cuidado del bosque
por las poblaciones indígenas, ya que los árboles capturan el carbono.
Hay que reducir el consumo de
carnes rojas, ya que las vacas (y demás rumiantes) producen también gases.
Hay que, hay que, hay que.
Pero las cosas no van mejorando.
Estados Unidos ha encontrado nuevas formas de explotar petróleo y gas, que lo
abaratan, favoreciendo la emisión de gases. China contamina sin control y se ha lanzado a controlar pozos petroleros
en todo el mundo, incluyendo Perú (acaban de comprar lo que PetroBras tenía en
el Perú). Su objetivo es el de venderle más al mundo y saben que gana la
competencia quien produce más barato – sin importar el daño ambiental causado.
Mc Donalds sigue llenándonos de mega-hamburguesas (carne de res) que además
promueven la obesidad y la mala salud. La deforestación sigue avanzando al
ritmo de 13 millones de hectáreas cada año, mientras el mundo sigue discutiendo
los detalles de una política al respecto bajo el sofisticado nombre de REDD+.
Perú al pie del orbe
En el Perú, solo para sembrar
palma aceitera en 6 meses se han deforestado 13 mil hectáreas de bosque
amazónico, pero en Loreto hay solicitudes por otras 150 mil hectáreas.
Mientras, el ministro von Hesse dice sin sustento técnico que en el Perú hay
otras 600 mil hectáreas aptas para palma aceitera - previa destrucción del
bosque, evidentemente.
Para obtener permisos para la
palma aceitera se han festinado una serie de trámites, como ha investigado
IDL-Reporteros. Las Fiscalías ambientales de Loreto y Ucayali tienen abiertos
varios procesos de investigación por esto pero sin concretar nada. Este no es
sino uno de tantos casos de deforestación que pasan nomás.
Pero la principal emisión de
gases contaminantes en el Perú es causada por el transporte. Desde luego, este
problema está concentrado en Lima, donde hay más de un millón de vehículos que emiten
el 70% del total nacional de gases. Cada año hay 100 mil vehículos más en Lima.
La reforma del transporte público es sin duda una prioridad.
Hay pocas razones para ser
optimistas sobre el calentamiento global hoy. A nivel internacional, los
megapoderes son un fiasco. Los jóvenes tienen que ponerse las pilas, pues son
sus vidas las que se verán más afectadas.
Publicado en Hildebrandt en sus trece, 21 de febrero de 2014
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