Escribe
Pedro Francke
El
domingo antepasado fue el Primer Encuentro Nacional del Frente Amplio. Los días
posteriores he estado metido en resolver todos los requisitos para poder
inscribir al Frente Amplio en el JNE. Todo un parto.
Para
los pocos que no están enterados, el Frente Amplio es un proyecto promovido
inicialmente por 6 agrupaciones políticas de izquierda, descentralistas y
ecologistas, sumando a organizaciones sociales, activistas y ciudadanos en
general, por generar un nuevo referente político. Algunos recuerdan el fantasma
de la Izquierda Unida. Muchos recobran la esperanza de Pepe Mujica (el
presidente uruguayo gobierna gracias a una agrupación de una ¡quincena! de
partidos unidos en el Frente Amplio), de los salvadoreños con el FMLN, cuya
victoria en las urnas asoma (49% en la primera vuelta), o la del también
llamado Frente Amplio costarricense, que empieza a romper el tradicional
bipartidismo con un 17 por ciento de votos.
Resulta
que quien esto escribe es ahora Coordinador Nacional de Tierra y Libertad. Una
de esas 6 agrupacionespolíticas. La única que tiene una inscripción electoral
nacional, con el nombre de Tierra y Dignidad, además de una regional – el
Movimiento Regional Tierra y Libertad del Cusco. Ando metido hasta el cogote en
este enredo.
Quiero
contarles del parto.
El Encuentro
Lo
bueno ha sido el Encuentro Nacional. 750 delegados de todo el país. Harto
entusiasmo, organización aún débil. Revitalizador saludo de Cesar Lévano, desde
su silla de ruedas. Discursos varios; a mi gusto el mejor fueron los de
Verónica Mendoza y Marco Arana. Quien les habla estuvo ayudando a dirigir el
evento, resolviendo un problema tras otro, corriendo de aquí para allá,
teniendo que cuadrar a un personaje que quería hacer lo que le daba la gana.
Divertido, la verdad; agotador también. Mucho esfuerzo de muchos por sacar esto
adelante.
Las
discusiones sobre Programa, Lineamientos Organizativos, Táctica Electoral y
Campañas fueron buenas; pero claro, en nuestro país a la mayor parte de la
gente le importan poco. La mayoría quiere eficacia por el poder: candidatos,
campañas, triunfos. La política como si fuera “Combate”. Mejor ir a “El valor
de la verdad” que tener ética política y responder por los millones que te
robaste o la sangre que provocaste. No para mí, que le voy a hacer. Sigo
rechazando la política vista como una búsqueda desesperada del poder en base a
marketing y transacciones tras el telón. Sigo queriendo transformarla
política en organizar sociedades de forma democrática tras objetivos comunes.
Sigo siendo un idealista irredimible a quien le parece mejor que las
ideas se discutan a acumular poder por el poder. El Encuentro Nacional del
Frente Amplio fue bueno por eso, por encontrarnos muchos que todavía sienten y
piensan así.
El
final fue medio tumultuoso; las demandas por tomar decisiones sobre nombre y
símbolo se enfrentaban a una situación llena de barreras legales, que al final
pudieron ser explicadas pero solo parcialmente asimiladas. Mientras, un grupo
de jóvenes reclamaba con justicia “renovación”; su lucha nos entusiasma.
Resumen:
Buenas ideas, mejor ánimo, con espíritu crítico y su grado de reclamo, pero
también participativo, constructivo, esperanzado, esperanzador. Vamos bien. Mil
veces mejor luchadores que borregos.
Nuevo o viejo
Muchas
veces aquello presentado como lo más nuevo, resulta de lo más viejo. Como
Ollanta, el caudillismo de sesgo militar que ha marcado nuestra historia
republicana desde sus inicios.
En
la izquierda peruana, una mirada histórica muestra claramente que su momento
más renovador y esperanzador, fue el de la Izquierda Unida con Barrantes. Hubo
unidad pero también nueva política, democrática, de calles y buen gobierno, de
mítines masivos y vaso de leche.Su fracaso fue el del país, su ocaso marcó el
inicio de la noche oscura del fujimorato. Su fracaso fue su ruptura pero
también fue el triunfo del pasado, de lo que debimos haber dejado atrás. Cada
partido sintiéndose grande y superior al resto para al final terminar dos
décadas relegados al patio trasero.
Hoy
hace falta nueva unidad pero también, una vez más, renovación. Más que
renovación; refundación. Poner definitivamente en el tacho las ideas viejas que
hablaban de la dictadura del proletariado, del partido de cuadros, de la
glorificación del líder, del centralismo anulador de discusiones y críticas,
del estatismo a ultranza. Poner la democracia y los derechos al centro, así
como el pluralismo de ideas y la paz. Atender los problemas ambientales hoy y
no seguir dejándolos para mañana, las mujeres en condiciones de paridad, la
igualdad para quienes no son heterosexuales, al mismo tiempo que seguimos
criticando y resistiendo esa loca idea de que el libre mercado es lo mejor que
puede haber sobre la faz de la tierra.
Debemos
ser Socialistas y Libertarios, Ecologistas y Feministas, Demócratas a carta
cabal.
Predicar
con el ejemplo: lo que queremos hacer en el gobierno, debemos hacerlo hoy en
nuestras organizaciones. Dirigentes durante veinte años seguidos, no. Mujeres
relegadas, no. Ilegalidad y falta de transparencia, no. Caudillismo y
verticalidad, no.
Nacimiento
La
única idea previa que había tenido antes vinculando política con parto, es la
conocida frase de Marx: “la violencia es la partera de la historia”. No me
gusta la frasecita. Simplista como mirada de la historia; tremendo juicio de
valor contrabandeado como ciencia. Al tacho de basura.
Un
nacimiento, además de ser siempre importante y difícil, es de futuro incierto.
A pesar de haberse incubado durante 9 meses, el bebé puede morir en los
primeros días. O en el primer año. Puede tener discapacidades. Este bebé a
quien quiero tanto: ¿Vivirá? ¿Saldrá bien?
Como
dirigente político, debiera solamente hablar de esperanzas y llenarlos de fe, y
decirle que el futuro es brillante si nos siguen. Como analista, como
científico social, la verdad es que quién sabe cuál será el futuro del Frente
Amplio y del Perú. Como persona, pienso que vale la pena lucharla, esforzarse
porque este bebé siga creciendo sano y fuerte. “No hay peor lucha que la que no
se hace”, decía mi mamá.
Para
quienes queremos que haya justicia social y ecológica, democracia y paz, esta
es una oportunidad única. No hay que dejarla pasar. El éxito no está
garantizado, pero nunca lo está. Al andar se hace camino, se hace camino al
andar.
Publicado en Hildebrandt en sus trece,
7 de febrero de 2014
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