jueves, 6 de febrero de 2014

El Fallo y los callos

Escribe Pedro Francke

 
Ha salido el Fallo de La Haya
Justo antes, pasé el fin de semana metido en el Encuentro Nacional del Frente Amplio, con más de 750 izquierdistas y ecologistas de todo el país reunidos para refundar un proyecto político nacional. De ahí, como por un tubo a ver por la televisión la lectura del fallo y los mensajes de Piñeira y Humala (previa sinvergüencería de Alan García que declaró antes incumpliendo su palabra). Delegados con castellano imperfecto y manos con callos por un lado, jueces con toga leyendo en inglés y francés por el otro lado. Las distancias no podían ser mayores. 

 
Entre la costa y las 80 millas los peruanos hemos perdido: ha ganado el grupo Angellini, el fuerte grupo industrial pesquero chileno, a quien no le importa lo que pase más allá de las 60 millas porque allí no hay anchoveta. Han perdido sobretodo los pescadores artesanales de Tacna, que seguirán constreñidos a una línea muy cercana a la costa en las primeras millas del sur del Perú. Me vienen al recuerdo los asistentes al Encuentro del Frente, su esperanza, sus rostros, sus manos. El Fallo hace que las demandas de los pescadores se vean una vez más negadas. Una vez más pierden los de abajo.

 
Hemos recuperado un mar lejano, que curiosamente no tiene valor para los industriales pesqueros  pero sí para otros pescadores artesanales, que salen más allá de las 80 y hasta de las 200 millas, a pescar perico con largas líneas con mil o dos mil anzuelos, o a sacar jurel o caballa con redes. Del lobo un pelo. Algo es algo. Peor es nada.

 
En esencia, con el Fallo se ha legalizado la pérdida de la parte del mar que tiene mayor valor, se ha avanzado en delimitar una frontera pero sin cerrar totalmente las diferencias, hemos recuperado un área grande pero con menos significación económica. No veo triunfo, a lo más con mucho optimismo un empate. Pero a veces, como cuando juega la selección peruana de futbol, un empate es lo más que se puede pedir, con lo vendepatrias que son históricamente nuestros gobernantes durante décadas.

 
El valor de la paz
Si este fallo hubiera terminado definitivamente con todas las disputas que tenemos con Chile, tendría el valor de afirmar la paz. El fallo avanza bastante, pero al no establecer las coordenadas precisas del límite entre las millas 80 y 200, queda pendiente su definición. De acuerdo al derecho internacional, la implementación del fallo, incluyendo este proceso, debe ser inmediato.

 
Chile pretende negociar, indicando que el Perú debe formar la Convención del Mar antes de implementar el fallo. Nos empujan. Pero al mismo tiempo, nuestro gobierno pretende que firmemos el Protocolo Complementario de la Alianza del pacífico, dando facilidades para que los productos chilenos. Absurdo.

 
Una mejor relación con Chile hoy no parece tan cercana, debido a las declaraciones del presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien mintió al decir que el fallo reconoce la soberanía de Chile en el pequeño triángulo terrestre conformado por el Hito 1, el punto de la Concordia y el punto donde el paralelo que comienza en el Hito 1 corta el  borde del mar. Claramente el fallo no dice tal cosa. Parece que nos tendremos que seguir enfrentando a un Chile envalentonado y picón.

 
Ojalá no sea así. Porque si nuestros límites por el sur se delimitan claramente con justicia, se terminan los conflictos que por este tema tenemos con Chile desde que perdimos la guerra. Podríamos entonces replantear nuestra política de defensa, reducir nuestras fuerzas armadas y el gasto en armamento, que asciende a alrededor de 2 mil millones de dólares anuales. Podríamos tener menos servicio militar obligatorio en el que Humala insiste. Menos posibilidades de guerras que traen muertes, muertes que no son, nunca son, de quienes viven en Las Casuarinas.

 
Si un acuerdo con Chile llevara a una reducción del gasto en armas de ese país y nosotros en consecuencia hiciéramos lo mismo, podríamos tener unos 10 mil millones de dólares en la próxima década. Harto dinero. Mejorar la salud y la educación públicas con ese dinero. Incluir la educación intercultural bilingüe, que los vientos “modernizadores” quieren desaparecer del Ministerio de educación. Hacer algo a favor de Chincheros, de Oxapampa, del pueblo awajún. Eso nos pondría en mejores capacidades para desarrollarnos y defendernos también, sobre todo si avanzamos en una igualdad social que sustente la cohesión nacional.

 
Tacna y el sur del Perú
Mientras tanto, regresemos al sur del Perú. Los pescadores artesanales costeros deben ser compensados, y la pesca para consumo humano más allá de las 80 millas apoyada.

Pero hay una cuestión mayor de desarrollo regional.

 
Las posibilidades de integración con Bolivia, y por esa vía hasta Brasil, no están siendo aprovechadas por falta de infraestructura.

 
Gran parte de la producción agropecuaria de Tacna todavía se va a Chile, donde se procesa para su exportación, en vez de industrializarse en el Perú.

 
Tacna requiere agua, y hay varios proyectos hídricos para eso, al mismo tiempo que se debe cuidar esa escasa agua que algunas mineras como la Southern quiere acaparar para sus proyectos. Sin agua, no hay agricultura en la costa peruana.

 
Vuelvo a pensar en los agricultores. Los delegados al Encuentro Nacional del Frente Amplio. Las manos con callos. El lenguaje tosco. Contrasto con los Jueces con toga y los embajadores con terno fino.

 
A final de cuentas, todo se resumen en una cuestión: a las reuniones en Palacio faltaron los pescadores, los agricultores, los tacneños. Será por eso que con el fallo resultaron perdedores, será que perdieron porque ya habían perdido desde mucho tiempo atrás. Hay que hacerlos triunfadores. Para eso El Frente.

 
Publicado en Hildebrandt en sus trece, 31 de enero de 2014 

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