Escribe Pedro Francke
Yo
estaba militantemente a favor del matrimonio gay, pero mi hija me ha convencido
distinto. En lo que no nos hemos puesto de acuerdo es sobre la fuerza con la
que viene esa gran transformación, así que le he apostado que en menos de diez
años, dos personas del mismo sexo podrán casarse en el Perú.
Veo esa ola avanzando incontenible por el mundo occidental, y la veo parecida a la ola del voto femenino 80 años atrás, pero más rápida. Hace poco nomás parecía una locura que quienes tienen una orientación sexual distinta pudieran vivirla con el estado respaldando sus derechos y con la sociedad respetando sus decisiones. Uno puede ver como el matrimonio gay avanza por el mundo a pasos agigantados. México DF, España y varios países nórdicos, Argentina, estados y ciudades en Estados Unidos, recientemente Francia, la ola avanza y llega a Inglaterra. Obama se arriesgó a apoyarla y ganó con eso.
Para las nuevas generaciones, en vez de rechazo a las prácticas homosexuales o diversas, hay curiosidad. En vez de odio, hay aceptación. Lo que rechazan los jóvenes de hoy no es la homosexualidad, es el odio a los homosexuales. Ya no es contranatura desear a alguien del mismo sexo, es contranatura no entender que muchos pueden desear así. Hoy salimos a las calles por miles diciendo "La gente decide, la sociedad respeta, el estado garantiza, y la iglesia NO se mete".
Hay por allí unos viejitos que no entienden, pobres, que el mundo cambió. Que siguen en el creacionismo y pensando que el sexo es solo para procrear. Que les asusta el Facebook. Que se quedaron con el chip del pasado. El tiempo se encargará de ellos con más eficacia que miles de campañas. Se irán tristes, los pobres, pensando que el mundo está perdido, cuando lo que está haciendo la humanidad es abrazando su enriquecimento con la diversidad. Una pena que se vayan así, pero se irán, es la inexorable ley del tiempo.
Diez años, ya verán, y el Perú no será de los primeros sino de los últimos. Ya verán.
Ay Lay
Se
cruzan en el camino grupitos que controlan iglesias conservadoras, herederos de
quienes decían que los reyes gobernaban por voluntad divina y por eso los
coronaban. Esos que apañan y protegen curas pederastas y desde púlpitos
elevados sermonean que los derechos humanos son una cojudez. Se
opone Humberto Lay con su pecho henchido de superioridad moral, luego de salvar
fujimoristas y mostrar que de ético no tiene nada al apoyar una sanción a
Javier Díez Canseco cuyo único sustento fue la venganza política.
Ridículos. Vistos desde lo alto de la historia, enanos. Sopesados en la balanza de la justicia, microgramos. La humanidad los verá muy pronto como hoy vemos a quienes sancionaron a Galileo, a los inquisidores que torturaban por afán de poder, a los que por miedos absurdos quemaban mujeres acusándolas de brujas.
Ridículos. Vistos desde lo alto de la historia, enanos. Sopesados en la balanza de la justicia, microgramos. La humanidad los verá muy pronto como hoy vemos a quienes sancionaron a Galileo, a los inquisidores que torturaban por afán de poder, a los que por miedos absurdos quemaban mujeres acusándolas de brujas.
Liberales, salgan de su closet
La
bandera de un liberal: la libertad y la igualdad ante la ley. Todo buen liberal
debe estar asqueado porque a otros seres se les expropie la libertad de
casarse, sea cual sea el pretexto para hacerlo. Todo buen liberal debe repugnar
que haya leyes que no se aplican por igual para todos.
¿Dónde están liberales peruanos, defendiendo que el derechos al matrimonio alcance a quienes se aman siendo del mismo sexo? ¿Alfredo Bullard, Federico Salazar, Pablo Secada, porque no los veo reclamando que a los sexualmente diversos les quiten las cadenas de la discriminación y les den el mismo trato que a los demás? ¿Dónde están sus convicciones y principios?
En este tema el PPC muestra su verdadera cara cucufata y conservadora, que trata de ocultar tras un modernismo pro-mercado en la economía. Oponiéndose medio a ocultas a que la ley sobre el matrimonio alcance a todos, demuestran que su defensa del libre mercado no es ideología sino conveniencia, no es principio liberal sino receta de Chicago Boys, no es seguidora de Hayek sino de la Thatcher.
En el medio, "Techito" Bruce defendiendo disimuladamente la puntita de la agenda de derechos gay. Políticamente calculador, pero cobarde. Hace treinta años diría maricón, pero hoy sabemos mejor, no creo que la cobardía tenga nada que ver con la homosexualidad y rechazo que se siga estigmatizando así a quienes tienen otra orientación sexual.
Javier y los socialistas
Nada
de eso podrá detener el cambio social, de base generacional, de aceptar como
iguales al resto, a quienes se aman siendo del mismo sexo. Ya verán.
Pero como mis amigos saben, no defino posiciones políticas según lo que prevalece. A final de cuentas, en 10 años también el planeta estará dos grados más caliente, China será más poderosa y todavía una dictadura, el tráfico en Lima estará peor y que Alan Garcia seguirá siendo el mismo cínico poderoso, todo lo cual me parece horrible y criticable.
Es la bandera de la igualdad y la fraternidad, lo mejor de la Revolución Francesa, la rosa del socialismo, la que me guía. Igualdad que no admite discriminaciones, que no acepta exclusiones, que no permite que nadie quede fuera. Igualdad, entre los socialistas, es una palabra que sólo vale si es para todos. Para afros y cholas, cojas y enfermos mentales, aymaras y awajunes, hetero y homo y bi y tráns. Sin excepciones sin cortapisas. Hasta para Cipriani queremos derechos. Hasta para los asesinos del grupo Colina. Sin excepciones, todos los derechos humanos para todas.
No por casualidad fueron Javier Díez Canseco y los socialistas quienes primero se animaron a defender claramente los derechos para la comunidad LGBT (lésbica, gay, bi y trans) y llevaron candidatas abiertamente lesbianas al Congreso el 2006. Cuando los demás arrugaban, eran los izquierdistas valientes los que decían su verdad sin cortapisas y defendían principios sin transar. Hoy que se recuerdan muchas cosas de Javier, yo le agradezco personalmente por esta trocha que abrió.
Lo justo es parejo y lo parejo no es chipotudo
No,
no estoy por el matrimonio gay. Estoy por el derecho al matrimonio para todas
las personas. De a dos y de a más. De distinto sexo y del mismo sexo y de
géneros diversos y de sexos en tránsito. Para los que viven con VIH/SIDA
también, a quienes hoy también se les niega el derecho al matrimonio.
Matrimonio con todos los derechos y sin condiciones, para la humanidad entera.
No es lo mismo que el matrimonio gay, como mi hija me hizo notar hace poco.
Porque como decía mi viejo en uno de esos dichos que se trajo de su México querido, "lo que es justo es parejo y lo que es parejo no es chipotudo". Lo que es justo es igual para todos, y lo que es igual para todos no admite diferencias. Matrimonio para todos es la manera de otorgar a la comunidad LGBT ese derecho que por justicia les corresponde.
Será realidad en menos de diez años, ya verán. Espero que para entonces mi hija haya hecho fortuna y pueda pagarme la apuesta. Pero eso no es importante. Lo importante es que permitirá realizar el sueño inmortalizado por esa salsa genial: la boda de ella tiene que ser la mejor.
Publicado el 10 de mayo en Hildebrandt en sus trece
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