lunes, 30 de junio de 2014

Organizaciones de la Sociedad Civil fortalecen la democracia


·        Más de la mitad de los peruanos considera que vive en una democracia con “grandes problemas”. 
·        Estas organizaciones se enfrentan a nuevos desafíos en América Latina.

¿Cómo responder a los desafíos que representan para las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) -organizaciones no gubernamentales,  asociaciones y otras organizaciones- los cambios en curso en la región? Esta fue la pregunta central que ha atravesado el debate de los ponentes en el Seminario Internacional sobre los desafíos a los que se enfrentan las  Organizaciones de la Sociedad Civil  de la región, realizado en Lima.

“El destino de las organizaciones de la sociedad civil no depende de la cooperación internacional, depende de nosotros mismos, de la capacidad para reinventarnos y de responder a los desafíos que se viven en Latinoamérica”, afirma contundente Eduardo Cáceres, investigador peruano.

América Latina se encuentra en una encrucijada, como puso de manifiesto la CEPAL en un informe de 2013. Se han logrado importantes progresos en la reducción de la pobreza, pero la desigualdad persiste; se ha incrementado la presencia del Estado  y se han consolidado sistemas democráticos en países que vienen de tradiciones autoritarias, y sin embargo, la desafección hacia la política entre la población es muy alta. En Perú, el  56% de los  ciudadanos considera que tiene “grandes problemas”, -situándose a la cabeza de los países latinoamericanos con esta percepción tan negativa-, además manifiestan tener poco interés hacia la política, de acuerdo al Latinobarómetro.

“Las OSC viven una paradoja, mientras las demandas a nuestras organizaciones son cada vez mayores, la sociedad civil se enfrenta a una crisis de supervivencia”, explica Anabel Cruz, del Instituto de Comunicación y Desarrollo (ICD) de Uruguay. El financiamiento de las OSC  se ha visto afectado por la crisis de los países donantes, por los cambios en la clasificación del Banco Mundial de algunas economías de la región que han pasado de ser consideradas de renta media a renta alta, como es el caso de Uruguay o Chile. Además, de los cambios en las prioridades estratégicas de los países e instituciones donantes. Frente a este escenario, los especialistas señalan la necesidad de consolidar mecanismos de financiamiento sustentables y la búsqueda de mejores marcos normativos, sin que ello suponga cesión de  autonomía en su identidad, ni recortes en el rol que las OSC cumplen. Consideran que la discusión no puede ni debe concentrarse en el tema de los recursos, pues antes del 2008, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) representaba menos del 1% del PBI de la mayoría de las economías de la región.

“Hace 20 años, las ONG eran muy valorizadas a nivel internacional. Ahora, es casi todo lo contrario. Hay una visión negativa de las mismas, difundida por los medios de comunicación, vinculándolas con la corrupción”, explica Ivo Lesbaupin, director ejecutivo de la Asociación Brasileña de ONG por el Desarrollo y Bienes Comunes (Abong).


Lesbaupin añade que esta percepción interesa,  pues en algunos casos, las ONG “crean dificultades para empresas multinacionales que causan daños medioambientales, y a los gobiernos también. Por ejemplo, el gobierno de Brasil está financiando empresas hidroeléctricas en la Amazonía y quienes luchan contra eso son las ONG, que quieren defender a las poblaciones indígenas y su medio contra la deforestación”.


“Los conflictos socioambientales se producen porque el capital privado y el Estado irrumpe en una comunidad sin tener en cuenta que ésta está  habitada y debe ser consultada, tal y como establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sin embargo, esto no sucede. Nuestro papel resulta incómodo, porque  denunciamos cómo afecta a la gente y a la Naturaleza”, explica Josefina Huamán, secretaria ejecutiva de la Asociación Nacional de Centros, de Perú.  Así,  las decisiones tomadas por el  Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) demuestran una institucionalidad débil, para la especialista, porque no son suficientemente debatidas, y devienen en mayores conflictos por los recursos naturales, representando en el Perú el 65% del total de los mismos.


“Tenemos un marco normativo que nos alienta a pensar que hay caminos de equidad y justicia pero en la práctica no se cumple. Las organizaciones de la sociedad civil somos una voz crítica que fortalece la democracia”, concluye Josefina Huamán.


Pese a este escenario complejo, todos los asistentes remarcaron la importancia de las OSC en la promoción de la democracia, derechos humanos, desarrollo integral y seguridad.

Asimismo, constatan  la necesidad de articular una agenda que aborde temas impostergables como la gobernanza de los recursos naturales, la igualdad en el mundo del trabajo y la erradicación de la pobreza a través del trabajo decente, la fiscalidad con vocación de igualdad y el rol de las ciudades como articuladores de territorios mayores. El futuro de las OSC, pasa por una resignificación del rol de las ONG y una repolitización de las mismas.

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