miércoles, 5 de marzo de 2014

Calentamiento global: quizás los jóvenes nos salven

Escribe Pedro Francke
 
Para discutir sobre el cambio climático, unas 20 mil personas de todo el mundo vendrán a Lima del 1ro al 15 de diciembre de este año. Al evento que se llama la COP 20 vendrán delegaciones de alto nivel de todos los estados. Sindicalistas, ONGs y activistas ambientalistas del planeta entero buscarán hacer oír su voz, en hindi, en swahili, en árabe, en chino. Miles de periodistas de todas las cadenas importantes del mundo estarán presentes.   
 
Se gastarán millones de millas de viajes en avión y habrá un tráfico infernal en nuestra ciudad capital en momentos pre-navideños que producirán muchos gases de efecto invernadero. Pero el mundo tiene que ponerse de acuerdo, y a pesar de la paradoja ambiental, hasta ahora las reuniones presenciales siguen siendo fundamentales para tomar decisiones entre muchos.
 
Calentamiento Global
El 5to informe del Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático ha reafirmado que el calentamiento global avanza y ha establecido con un 95% de certeza que somos los humanos los responsables (7 años atrás decía que tener certeza al 90%).
 
La temperatura del planeta ha aumentado casi 1 grado centígrado (más precisamente 0,85 grados) entre 1880 y 2012, causando una elevación del nivel del mar de 19 centímetros.
 
El hielo del ártico se ha ido perdiendo en los últimos 40 años a un ritmo de medio millón (500,000) de kilómetros cuadrados por decenio; es decir, ya se ha perdido un área de hielo superior en tamaño a la de todo el Perú.
 
Para el año 2100 la temperatura global subiría entre 1,5 y 4,5ºC, causando  un aumento en el nivel del mar de entre 26 y 82cm (en el 2007 pensaban que subiría entre 18 y 59 cms).
 
Según el Informe Stern, 700 páginas escritas por un grupo inglés de alto nivel encabezado por el economista Nicholas Stern, si no se hace nada el mundo se expondría a una recesión que podría alcanzar el 20% del PIB global, con el riesgo de una ”disrupción de la actividad económica y social durante el resto de este siglo y el siguiente, de una escala parecida a la de las grandes guerras y la Gran Depresión”.
 
Hoy ya parece increíble que algunos republicanos gringos, esos fanáticos pro-trasnacionales, hayan estado durante décadas tratando de negar esta realidad, haciendo lobby y gastando millones de dólares para difundir ideas sin sustento científico. Parece increíble, pero todavía sigue sucediendo, con los lobbies petroleros a todo dar tratando de desacreditar a los científicos. Parece increíble, pero al mismo tiempo que se llevaba a cabo la COP 19 en Varsovia a fines del año pasado, los partidarios del carbón – producto altamente contaminante – hacían su propia cumbre para oponerse a las propuestas ambientalistas.
 
Colapso
Durante años, mientras escuchaba estas historias del calentamiento global, desechaba rápidamente el tema. Tenía una fe ciega en la humanidad. Hasta que leí “Colapso”, libro de Jared Diamond, un biólogo norteamericano que recomiendo mucho (“El tercer chimpancé” y “Armas, gérmenes y acero” también son excelentes). Bueno, “Colapso” muestra la historia de media docena de sociedades humanas que desaparecieron por razones ambientales: los mayas, los vikingos en Groenlandia, los indios anasazi, los habitantes de la isla Pitcairn, los de la isla de Pascua.
 
Me acuerdo mucho de esos últimos: vivían básicamente de la pesca y para ello hacían canoas a partir de los árboles de la isla. Hasta que se tiraron abajo hasta el último árbol. Como se pregunta Diamond, ¿cómo alguien puede hacer algo así? ¿Cómo pueden haber sido tan estúpidos? Pues lo cierto es que la civilización de la isla de Pascua colapsó, la población cayó a la décima parte y decenas de esas grandes cabezas de piedra se quedaron a medio hacer, algunas incluso ya listas pero sin poder ser trasladadas a los centros poblados. Simplemente fue sucediendo de a pocos, y su organización, sus instituciones, no pudieron prever y ponerse de acuerdo; siguieron haciendo todo como antes hasta llegar al colapso.
 
Ya llevamos casi dos décadas discutiendo en el mundo sobre el calentamiento global, ya más de una década con cumbres dedicadas exclusivamente al tema y no se ha avanzado casi nada en términos de acción política. No hay un acuerdo global posterior al Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 pero que ha tenido muy poca eficacia real: los países desarrollados no han cumplido sus compromisos de controlar sus emisiones de gases mientras que China, fuera de toda obligación, ha aumentado tanto sus emisiones que ha alcanzado a los Estados Unidos. Quizás estamos empezando a parecernos un poquitito a los pascuences.
 
No es tan complicado
¿Qué hay que hacer? El informe Stern dice que hay que invertir un 1% del PBI mundial en mitigación de los riesgos; no es poco pero tampoco es una suma prohibitiva. Pero sobretodo hay que tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
 
Hay que reemplazar petróleo y carbón por energías renovables (eólica, solar), estableciendo impuestos por la contaminación producida y subsidiando nuevas tecnologías limpias.
 
Hay que detener la deforestación, controlando la tala y quema indiscriminada y promoviendo el cuidado del bosque por las poblaciones indígenas, ya que los árboles capturan el carbono.
 
Hay que reducir el consumo de carnes rojas, ya que las vacas (y demás rumiantes) producen también gases.
Hay que, hay que, hay que.
 
Pero las cosas no van mejorando. Estados Unidos ha encontrado nuevas formas de explotar petróleo y gas, que lo abaratan, favoreciendo la emisión de gases. China contamina sin control  y se ha lanzado a controlar pozos petroleros en todo el mundo, incluyendo Perú (acaban de comprar lo que PetroBras tenía en el Perú). Su objetivo es el de venderle más al mundo y saben que gana la competencia quien produce más barato – sin importar el daño ambiental causado. Mc Donalds sigue llenándonos de mega-hamburguesas (carne de res) que además promueven la obesidad y la mala salud. La deforestación sigue avanzando al ritmo de 13 millones de hectáreas cada año, mientras el mundo sigue discutiendo los detalles de una política al respecto bajo el sofisticado nombre de REDD+.
 
 
Perú al pie del orbe
En el Perú, solo para sembrar palma aceitera en 6 meses se han deforestado 13 mil hectáreas de bosque amazónico, pero en Loreto hay solicitudes por otras 150 mil hectáreas. Mientras, el ministro von Hesse dice sin sustento técnico que en el Perú hay otras 600 mil hectáreas aptas para palma aceitera - previa destrucción del bosque, evidentemente.
 
Para obtener permisos para la palma aceitera se han festinado una serie de trámites, como ha investigado IDL-Reporteros. Las Fiscalías ambientales de Loreto y Ucayali tienen abiertos varios procesos de investigación por esto pero sin concretar nada. Este no es sino uno de tantos casos de deforestación que pasan nomás.
 
Pero la principal emisión de gases contaminantes en el Perú es causada por el transporte. Desde luego, este problema está concentrado en Lima, donde hay más de un millón de vehículos que emiten el 70% del total nacional de gases. Cada año hay 100 mil vehículos más en Lima. La reforma del transporte público es sin duda una prioridad.
 
Hay pocas razones para ser optimistas sobre el calentamiento global hoy. A nivel internacional, los megapoderes son un fiasco. Los jóvenes tienen que ponerse las pilas, pues son sus vidas las que se verán más afectadas.
 
Publicado en Hildebrandt en sus trece, viernes 28 de febrero de 2014

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