sábado, 28 de septiembre de 2013

Detrás de cada aborto está la historia de una mujer que busca sobrevivir


En nuestro país se realizan 370 mil abortos cada año, la mayoría de ellos en condiciones de riesgo que conllevan muertes totalmente evitables. Pero ¿cuáles son los costos de abortar en contextos de restricciones legales? la penalización del aborto tiene un alto costo para las mujeres que lo pagan con la afectación de sus derechos a  la vida, salud y su libertad; asimismo, es una pérdida de productividad laboral, limitaciones en las partidas del presupuesto público para atender dichas complicaciones, y los costos económicos para las mujeres que toman esta decisión; así lo señala la última publicación del Centro de Promoción y Defensa de Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex) que contiene tres estudios sobre el aborto en Lima, entre ellos destacan las Historias de vida de mujeres que abortaron por violación sexual.

Este es el tercer estudio de la publicación, y está enfocado en los testimonios de mujeres que decidieron interrumpir sus embarazos producto de una violación sexual. Para las mujeres que participaron de este estudio su victimario siempre fue parte del entorno familiar.  En efecto, de las 12 mujeres que participaron en el estudio, de las que finalmente se seleccionaron cinco historias, sólo en dos ocasiones el violador no fue la pareja sentimental.

Los relatos de las mujeres evidenciaron serias dificultades de acceso a la salud sexual y reproductiva, tampoco tuvieron acceso a la justicia  y, en general, ninguna forma de protección frente a la violencia (lo que se evidencia en la completa ausencia de denuncia formal ante el sistema de justicia).  En este sentido, el Estado sólo aparece posteriormente a la violencia cuando la mujer embarazada debe enfrentar el contexto de ilegalidad del aborto en casos de violación, situación en la  que ellas son re-victimizadas por circuitos informales, además de tener que solventar gastos para los que no cuentan con recursos propios.

Tal es el caso de Ana, que sufrió la violencia física y psicológica por parte de su esposo, además de ser violada por el durante años.  Ana acudió a un centro de salud en el que nadie la derivó a un centro de emergencia mujer o cualquier otro espacio de contención.   Cuando ella habló con el personal de salud al descubrir que estaba embarazada, solo recibió indiferencia. Para poder solventar el aborto, Ana tuvo que gastar sus únicos ahorros.  Luego de esta experiencia, esta mujer decidió terminar con el círculo de violencia y actualmente vive con sus dos hijos tratando de salir adelante.


Se trata de cinco historias de mujeres reales que se han visto enfrentadas a una decisión difícil sin soportes ni contención estatal, cinco mujeres que nos recuerdan la importancia  de volver a colocar en la palestra la discusión en torno a la despenalización del aborto por violación sexual, realidad que afecta a miles de mujeres cada año en nuestro país; el país precisamente con más alta tasa de denuncia de violaciones sexuales en Sudamérica.

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