En
nuestro país se realizan 370 mil abortos cada año, la mayoría de ellos en
condiciones de riesgo que conllevan muertes totalmente evitables. Pero ¿cuáles
son los costos de abortar en contextos de restricciones legales? la
penalización del aborto tiene un alto costo para las mujeres que lo pagan con
la afectación de sus derechos a la vida, salud y su libertad;
asimismo, es una pérdida de productividad laboral, limitaciones en las
partidas del presupuesto público para atender dichas complicaciones, y los
costos económicos para las mujeres que toman esta decisión; así lo señala la
última publicación del Centro de Promoción y Defensa de Derechos
Sexuales y Reproductivos (Promsex) que contiene tres estudios sobre el
aborto en Lima, entre ellos destacan las Historias de vida de mujeres
que abortaron por violación sexual.
Este
es el tercer estudio de la publicación, y está enfocado en los testimonios de mujeres que decidieron interrumpir
sus embarazos producto de una violación sexual. Para las mujeres que
participaron de este estudio su victimario siempre fue parte del entorno
familiar. En efecto, de las 12 mujeres que participaron en el
estudio, de las que finalmente se seleccionaron cinco historias, sólo en dos
ocasiones el violador no fue la pareja sentimental.
Los
relatos de las mujeres evidenciaron serias dificultades de acceso a la salud
sexual y reproductiva, tampoco tuvieron acceso a la justicia y, en
general, ninguna forma de protección frente a la violencia (lo que se evidencia
en la completa ausencia de denuncia formal ante el sistema de justicia). En
este sentido, el Estado sólo aparece posteriormente a la violencia cuando la
mujer embarazada debe enfrentar el contexto de ilegalidad del aborto en casos
de violación, situación en la que ellas son re-victimizadas por
circuitos informales, además de tener que solventar gastos para los que no
cuentan con recursos propios.
Tal
es el caso de Ana, que sufrió la violencia física y psicológica por parte de su
esposo, además de ser violada por el durante años. Ana acudió a un
centro de salud en el que nadie la derivó a un centro de emergencia mujer o
cualquier otro espacio de contención. Cuando ella habló con el
personal de salud al descubrir que estaba embarazada, solo recibió
indiferencia. Para poder solventar el aborto, Ana tuvo que gastar sus únicos
ahorros. Luego de esta experiencia, esta mujer decidió terminar con
el círculo de violencia y actualmente vive con sus dos hijos tratando de salir
adelante.
Se
trata de cinco historias de mujeres reales que se han visto enfrentadas a una
decisión difícil sin soportes ni contención estatal, cinco mujeres que nos
recuerdan la importancia de volver a colocar en la palestra la
discusión en torno a la despenalización del aborto por violación sexual,
realidad que afecta a miles de mujeres cada año en nuestro país; el país
precisamente con más alta tasa de denuncia de violaciones sexuales en
Sudamérica.
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