Escribe Pedro
Francke
Molestia
ciudadana frente a las largas colas generadas por el cambio de tipo de
comisiones en las AFPs. Molestia finalmente conjurada por una ampliación del
plazo de dos meses. Pero al fin de cuentas, ¿qué demonios es lo que debemos
escoger y por qué? ¿qué sentido tiene?
Podría
dedicar este artículo a explicar lo que es una comisión sobre la remuneración y
lo que es una comisión de saldo, a quien le conviene el cambio, para que sirve,
y etcétera, etcétera, etcétera. Pero la verdad es que gastaría tiempo (mío y de
ustedes) y tinta en explicar un enredo fenomenal, un lío mayúsculo, un
laberinto de dimensione cretenses, que realmente no cambia nada.
Es como
escoger una AFP. ¿Qué más da si me voy por la AFP Maravilla o por la AFP
Lindavida? ¿Acaso es posible saber cuál será mejor para mi vejez? No, desde
luego que no. Por supuesto que me convendría la que me dé más rentabilidad por
mi dinero, la que multiplique mis soles por un factor mayor, pero ¿es acaso
posible saber eso? En este mundo en que los Madoff estafan por miles de
millones y los grandes bancos internacionales son multados por manipular los
intereses que cobran (googleen escándalo Libor para que vean), en este mundo en
que acciones que ayer valían 100 hoy pueden valer 1, y viceversa, ¿es posible
saber eso? No.
Nos hacen
propaganda de lo bien que le fue a la AFP Bellavejez en el pasado, pero ¡malas
noticias! Al que le fue bien antes, no necesariamente le va bien ahora. En
realidad, es incluso al revés: hay un fenómeno que se llama técnicamente
“reversión a la media”: al que le fue bien en años anteriores, en los
siguientes tiende a irle no tan bien.
Escoger
una AFP es como escoger un número de la ruleta, es verdad que con riesgos
menores, pero igualmente azaroso. Quienes promueven las AFPs basados en teorías
ultraliberales, inventan que hay competencia entre ellas y que esa competencia
genera eficiencia en el mercado. La competencia promueve eficiencia en muchos
otros mercados, pero No entre las AFPs, 40 veces No. En la ruleta, no hay
competencia entre el 12 rojo y el 15 negro. Claro que son muy distintos y la
diferencia puede ser entre multiplicar tu dinero por 35 o perderlo, pero al
final de cuentas, la casa siempre gana. En el fondo, el 12 rojo y el 15 negro
son lo mismo.
Igual
pasa con las AFPs. Con el agravante de que estamos prácticamente obligados a
comprar alguno de esos números. Lo que es yo, no me asomo jamás por un casino,
pero mi descuento de AFP me lo aplican en mi boleta de pago todos los meses, y
no precisamente porque yo quiera. Este no es un producto que podemos escoger o
no cuando vamos al supermercado, es como si de todas maneras tuviéramos que
comprar este tipo de galletas.
Numeritos
hablan
¿Puro
rollo? No, hay datos. Por ejemplo, desde que se creó el sistema de AFPs, las
comisiones son han bajado sino que han subido, comenzaron en promedio en 1,74%
(incluyendo IGV) y ahora son 1,91% (sin IGV, si pagaran IGV serían 2,25%). En
ese tiempo, las AFPs han multiplicado su número de clientes que ha llegado a 2
millones 400 mil. Mucho más afiliados (prácticamente obligados), mucho
más negocio, economías de escala, pero precios más altos. El mundo al revés.
Pero
mejor es este dato. La rentabilidad acumulada de los dueños de las AFPs gracias
a nuestras comisiones, ese triple de la que tenemos los afiliados por nuestros
fondos. Entre el 2000 y el 2005, los dueños de las AFPs obtuvieron una
rentabilidad acumulada del 400%; es decir, quintuplicaron su plata. Si eso
hubieran hecho con mi fondo, ya tendría una jubilación dorada. Pero no. Los que
lograron ganancias extraordinarias son ellos; el año pasado, se llevaron 370
millones de soles. Que salieron de mi bolsillo y el suyo señor lector; no
salieron de haber hecho buenas inversiones con nuestros fondos, no, salieron de
nuestro sueldo mes a mes.
El congresista
Jaime Delgado ha dicho que con el nuevo sistema si la AFPs saca más
rentabilidad por nuestro dinero, gana más comisión: es falso. La comisión por
saldo se aplica sobre nuestros fondos, así el resultado de la AFP haya sido que
nuestro ahorro se redujo en vez de aumentar. La diferencia es que la comisión
por saldo no se cobra de nuestro sueldo, sino de nuestra cuenta de ahorros.
Vaya consuelo.
Que tal
esta propuesta: que los dueños de las AFPs ganen exactamente la misma
rentabilidad que nosotros los afiliados. Si hacen que nuestro fondo gane 10%,
que ellos también ganen 10%. Pero si nuestro fondo pierde 5%, pues que ellos
también pierdan 5% de su plata. Sería más justo, ¿no?
Escoja
para siempre sin saber el precio
Dejemos
de soñar y regresemos al presente, al Perú de don Luis Castilla y Aragón. Si no
tenemos información como para escoger entre AFPs, la actual elección entre
comisión sobre la remuneración o por flujo es todavía mucho más absurda. No
solo tenemos que comprar estas galletas todos los meses de nuestra vida hasta
cumplir 65 años, si es que somos trabajadores formales. No solo estamos
obligados a escoger entre solo 4 marcas de galletas, todas muy parecidas.
Ahora, vienen y nos preguntan: “¿usted quiere pagar sus galletas en soles o en
dólares?”. Bueno, respondería cualquiera, veré lo que me conviene cada
mes. “No, no, señor, usted tiene que escoger hoy para toda la vida, ¿soles o
dólares?”. Bueno, pero para poder escoger dígame ¿cuántos soles o cuantos
dólares cuestan las galletas? “No, no, señor, yo no le puedo decir cuántos
soles o cuantos dólares costarán las galletas, a lo mejor el precio en soles
sube o baja, a lo mejor el precio en dólares baja o sube, pero dígame ahora, de
una vez y para siempre ¿va a pagar en soles o dólares?”
Suena absurdo.
Porque es absurdo. Esa es la elección que nos obligan a hacer. Encima, nos
venden el discurso que nuestras decisiones como consumidores soberanos van a
hacer un mercado más competitivo y eficiente. Ja ja ja.
A río
revuelto, ganancia de pescadores, dice un dicho. En este momento tenemos que
tomar decisiones sin información. Los consumidores estamos perdidazos.
Imagínense ustedes quienes son los pescadores y quienes estamos en medio de un
río revuelto.
El gran
perdedor: los peruanos, más que por las colas, porque seguimos sin un sistema
de pensiones integrado que asegure el derecho a una vida digna a los adultos
mayores, mientras con artimañas tratan de convencernos que cualquier problema
futuro con nuestras pensiones habrá sido porque hoy tomamos malas decisiones.
Que tal cuajo. Me rehúso a ser especulador financiero o calculista de
intereses, solo quiero ganarme la vida con mi trabajo y lograr una vejez digna.
No es mucho pedir.
Artículo publicado el 29 de marzo de 2013, en
Hildebrandt en sus trece
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