domingo, 28 de abril de 2013

MODELO AGROEXPLOTADOR




Escribe Pedro Francke
Se reúne el Foro Económico Mundial y Ollanta Humala habla de diversificar la economía y de una economía más equilibrada entre lo público y lo privado en el marco de las negociaciones para comprar Repsol. Si le creemos – difícil en realidad - una nueva discusión podría abrirse sobre el modelo económico y los cambios que se necesitan. Pero un tema clave resulta ausente: la necesidad de un mejor equilibrio entre empresarios y trabajadores, entre ganancias y salarios, entre financistas y derechos laborales.

En este tema el gobierno camina al revés, hacia un mayor desequilibrio. La semana pasada, el ministro José Luis Silva había hecho una fuerte denuncia: “Las ONG extranjeras están en el país para desestabilizar en algunos casos y en otras para generar mayores costos a las empresas peruanas, para que pierdan competitividad ante sus pares de otros países”. Se trata evidentemente de una denuncia muy poco seria, ya que si tuviera pizca de prueba ya habrían expulsado a los responsables de tremenda violación de la soberanía nacional, sobre todo si alguien refresca su memoria y se recuerda que se trata de un gobierno del partido “nacionalista”.

En realidad Silva, dueño de importantes empresas farmacéuticas nacionales, respondía a la carta que hace unas semanas un grupo de trasnacionales de ropa – no de sindicatos, de gigantescas empresas de muy conocidas marcas– le envió al gobierno, reclamando por la reiterada violación de derechos laborales. Las trasnacionales tienen miedo que, si en Europa se enteran que al primero que se sindicaliza en el Perú inmediatamente lo despiden, podrían tener un fuerte boicot de consumidores en su contra. Ya les pasó antes.

El régimen de exportación no tradicional

250 mil trabajadores peruanos están sujetos a contratos de exportación no tradicional. El Decreto Ley 22342 es de la época de la dictadura militar de Morales Bermúdez y permite que los trabajadores sean sometidos a contratos de plazo fijo durante décadas, de tal manera que al primer reclamo, no les renuevan el contrato y se quedan fuera sin derecho a ninguna indemnización ni reposición.

Esta ley no tiene límite de tiempo: empresas que llevan décadas y ya tienen ganancias millonarias y una posición de competitividad muy bien posicionada, siguen con sus mismos trabajadores impedidos de tener un sindicato. Y claro, que a consumidores de países desarrollados, donde los derechos importan y los trabajadores también, eso les sabe a chicharrón de sebo.

A pesar de todas las amenazas, con mucho esfuerzo esfuerzo y tras reclamos internacionales, los trabajadores de Topytop han logrado formar un sindicato. Esta semana Amed Albujar, el secretario general del Sindicato de Topy Top, una de las principales empresas de exportación de confecciones, fue detenido justo cuando salía de una reunión sindical y en pleno proceso de presentar el pliego de reclamos.  Le sembraron "quetes" en su mochila, para llevarlo detenido a la Comisaría de Zárate. Ya fue liberado, pero el amedrentamiento es evidente.

 La libertad sindical es una libertad fundamental,  que desde luego no es considerada por nuestros destacados liberales criollos, esos que se rasgan las vestiduras por cualquier movimiento mínimo del estado para regular la economía. No importa que el derecho al trabajo esté consagrado en la Carta Universal de los Derechos Humanos ni que la libertad sindical sea respaldada por gobiernos, empresarios y trabajadores de casi doscientos países reunidos en la Organización Internacional del Trabajo. La CONFIEP, el ministro Castilla, Alan García y Fujimori, emulando a la Thatcher y Rajoy, luchan porque el derecho a organizarse en sindicatos no exista.

Los  agroexportadores

El sector agroexportador tiene para escoger. Puede acogerse al régimen de la exportación no tradicional, pero tiene además un régimen agrario especial, por el que paga solo la mitad del impuesto a la renta (utilidades), pagan menos gratificaciones y vacaciones, y contribuyen a EsSalud 4% en vez de 9% del salario. Ojo, amigo lector: estas grandes empresas exportadores que tienen ganancias de cientos de millones de dólares, pagan menos impuesto a las utilidades (15%) que la bodeguita de la esquina o la microempresa de muebles de Villa El Salvador (30%). Las agroexportadoras multimillonarias pagan a EsSalud menos de la mitad de lo que paga el independiente informal que apenas llega al sueldo mínimo.

Entre el 2001 y el 2010 las exportaciones agrarias han crecido desde 650 millones a 3,200 millones de dólares, lo cual está muy bien. Muy positivo para nuestra economía. Pero un informe hecho por Apoyo a pedido de la AGAP (Asociación de empresas agroexportadoras) muestra que un trabajador del sector gana en promedio apenas 971 soles. Menos de mil soles mensuales por deslomarse 8 horas 6 días a la semana recogiendo espárragos o uvas. Lo peor es que, considerando el aumento de los precios al consumidor, el salario promedio de un trabajador del sector agroexportador en estos 12 años de democracia desde el año 2000 no creció, sino que disminuyó en 16%. En términos reales el trabajador de una de estas empresas gana hoy 125 soles menos que hace 12 años. ¡Viva el ministro Silva! ¡Abajo las ONGs extranjeras que quieren quitarnos competitividad reinstaurando derechos laborales!

En la agroexportación los sindicatos están prácticamente prohibidos. En el Perú la sindicalización alcanza al 4,7% de trabajadores, es mínima y por esto hay tantos abusos, pero en la agroexportación es apenas el 1.3%. Claro, si al que reclama, organiza un sindicato, pide diálogo y presenta un pliego de reclamos lo botan, que podemos esperar. Por eso, las ventajas que tiene la agroexportación, de pagar menos impuestos, usar el agua a bajo costo incluso depredándola como en Ica y pagar menos gratificaciones, vacaciones y contribuciones a la seguridad social que el resto, no favorecen a los trabajadores.

CHAVISMO DESEMBOZADO

Entre denuncias a “ONGs extranjeras” y encarcelamiento de dirigentes sindicales, ha trascendido que el Ministerio de Economía y Finanzas viene preparando proyectos de leyes y normas para terminar con las enormes discriminaciones que existen en el mercado laboral, en el que trabajadores de la exportación y el agro tienen menos derechos legales que el resto. Castilla se volvió chavista ´pensará algún lector. No, no, no se confundan. Lo piensa hacer recortando derechos y beneficios a todo el resto. Igualación para abajo. Aumentando las desigualdades.

Como se ve, la reacción del gobierno a las trasnacionales de la ropa no ha sido restituir los derechos laborales que prometió el candidato Ollanta. El gobierno que la derecha denuncia de ser “chavista” y de “espantar inversiones” no insinúa medida alguna a favor de los trabajadores. Mientras tanto, las señoras que en Ica trabajan bajo el sol 8 horas, seguirán sin poder tener un sindicato ni pretender que les chorree un poquito del boom agroexportador.

Publicado en Hildebrandt en sus trece, 26 de abril de 2013
 

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