Escribe
Pedro Francke
La
Asamblea Nacional de Rectores se opone tajantemente a la nueva Ley
Universitaria. Pero los responsables de conducir nuestras universidades se
olvidan que tienen muy pocos logros que mostrar: entre las primeras 50
Universidades latinoamericanas (según el ranking de QS), solo aparece una (1)
universidad peruana. La lista incluye 18 universidades de Brasil, 9 de
Argentina, 7 de Chile, 5 de Colombia y 2 de Venezuela. ¿Con tan pobres
resultados, pueden los rectores ser voz autorizada en esta materia?
Negoción
Los
estudiantes que hoy cursan estudios superiores han pasado, en una década, de 1
millón a 1millón y medio, es decir 500 mil estudiantes más (cifras de G.Yamada,
J.F.Castro y colaboradores: “Mayor acceso con menor calidad en la educación
superior”, Universidad del Pacífico 2013). ¿Por qué este enorme aumento? Es que
los que terminan la secundaria hoy pasan los 3 millones, 1 millón más que la década
pasada, y el crecimiento económico ha hecho que sus familias tengan más
posibilidades de sostener sus estudios.
En
respuesta a esta demanda, hay una enorme oferta de universidades e institutos
privados. Al 2010 había 65 universidades privadas y 1 118 institutos superiores,
cuyo costo promedio cayó 30% en 6 años. Mientras los egresados de secundaria
aumentaron 55%, los estudiantes en universidades privadas amentaron casi 200%;
es decir, se triplicaron. Mientras en las universidades públicas un 20% de los postulantes
ingresan; a las universidades privadas lo hace el 75%. Las universidades
privadas-negocio consideran que «[...] si tenemos un perfil rígido en el examen
de admisión, nos quedamos sin alumnos. Lo que hemos hecho es adaptar nuestro
sistema a ese perfil que nos llega: un alumno con deficiencias» (palabras de un
rector de una universidad privada).
Esto
ha sido facilitado por una ley de 1997 que permite las universidades-negocio.
El acogotamiento presupuestal de los institutos y universidades públicas, que
les impide crecer, ha sido la otra medida neoliberal eficaz en promover el
negocio privado en la educación superior. La ley fujimorista además les otorga
la ventaja de no pagar impuestos: aunque son un negocio muy rentable, pueden
importar carros que usarán sus rectores sin pagar aranceles ni IGV, y sus
utilidades se las repartirán sin darles un sol al fisco ni tener mayores
obligaciones de reinversión o resultados (la ley quiere cambiar esto, una de
las razones por las que las universidades-negocio se oponen).
El
negocio está también, aunque escondido, en universidades que en el papel dicen
no tener fines de lucro. El rector de la apristona Universidad Garcilaso de la
Vega gana 2 millones de soles ¡MENSUALES¡ al mismo tiempo que le otorga título
“a nombre de la nación” a Carlos Burgos, alcalde de San Juan de Lurigancho sin
que éste hubiera terminado la secundaria. Por su parte, la U. Ricardo Palma
consiguió durante el gobierno aprista ventajas en la asignación de plazas en
EsSalud para el residentado (los estudios médicos de especialización), gracias
a que contrató al entonces Gerente General por 10 mil soles mensuales
adicionales a su sueldo.
Los
padres quieren que sus hijos estudien a como dé lugar, los jóvenes no ven otra
oportunidad de progreso, nadie sabe cuánto aprenderán pero el cartón seguro que
lo sacan, los negociantes han encontrado una mina de oro, el país navega feliz
rumbo a ningún lado.
Privatización no fue
solución
¿Cómo
es que hoy tenemos muchas más universidades privadas con mucho más estudiantes,
pero en el ranking latinoamericano no hemos avanzado nada? ¿No se suponía que
lo privado era sinónimo de eficiencia, calidad y buenos resultados? Como
dijimos, solo una universidad peruana está entre las mejores 50 de
Latinoamérica mientras Chile, cuya población es la mitad que la nuestra, tiene
7. Por cierto, la universidad peruana que figura en el ranking latinoamericano
no es ninguna de las empresas privadas que desde la derecha neoliberal tanto se
alaban, es la Universidad Católica, la universidad “caviar” que tuvo como
rector al presidente de la CVR, que no tiene fines de lucro y sí sentido de
país desde muchos años antes de la privatización fujimorista. Eso fue un
testimonio de parte: ahí enseño. Pero es un hecho que el boom de universidades
privadas no ha llevado a uno solo de estos negocios a una buena colocación en
el ranking internacional.
Puede
parecer sorprendente, ya que las universidades públicas atraviesan una larga y
prolongada crisis por falta de presupuesto, mala gestión y corrupción, pero los
resultados que obtienen las universidades privadas son peores. En efecto, según
el estudio de Gustavo Yamada y Juan Francisco Castro, mientras alguien egresado
de una universidad privada obtiene en promedio una rentabilidad de 11% por sus
años invertidos estudiando, quien va a una universidad pública logra 5 puntos
más, llegado a 16%. Las universidades-negocio son muy rentables para los
dueños, pero no tanto para los estudiantes.
El
problema es que las universidades públicas se han convertido en muchos casos en
semi-privadas. En San Marcos, el rector no quiere respetar la democracia y
desconoce las elecciones donde pierde, para perpetuarse en el poder. El tener
el control de la universidad permite controlar sus recursos; los pocos que les
da el estado, y también los que se agencian mediante maestrías y cursos – de
los que pueden disponer más libremente. Así, la asignación de bonos y cursos
adicionales pagados extra, son mecanismos mediante los cuales se favorecen a
argollas y camarillas, a cambio de su respaldo en la Asamblea Universitaria.
Por eso el rechazo de muchos rectores de universidades públicas a uno de los
cambios indispensables: elecciones universales, y no mediante delegados que
luego son comprados – o desconocidos si no se logra lo anterior.
Universidades públicas
Varias
de las mejores universidades latinoamericanas son públicas. De las 10 primeras
en la lista de QS, hay 4 universidades brasileñas todas ellas públicas, y también
la Autónoma de México (UNAM) y la U. de Chile. En el Perú, San Marcos figura
recién en el puesto 52.
La
UNAM hizo una reforma exitosa la década pasada, mientras en Brasil la reforma
de la educación superior ha abarcado a todo el sistema. Son centros de
formación pero también de investigación, logrando nuevos conocimientos y
tecnología que luego redundan a favor de su desarrollo. China, como antes otros
países asiáticos con logros en su desarrollo como Japón y Corea, han invertido
fuerte en su educación superior pública. De las universidades salen ingenieros
pero también pensadores que miran su sociedad y con sus discusiones aclaran las
posibilidades de rumbo futuro.
En
el Perú, la reforma neoliberal en la universidad ha generado cantidad sin calidad.
Como en el transporte público, que hay gran cantidad de combis no quiere decir
que el transporte haya mejorado. El libre mercado ha generado desorden, caos y
mal servicio. En las universidades privadas, el problema ha contaminado la
política: José Antonio Chang Escobedo siendo rector de la U. San Martin de
Porres contrató a Alan García con un jugoso sueldo entre 2002 y 2006 gracias a
lo cual luego consiguió un ministerio, César Acuña quiere ser presidente y usa
su universidad para contratar operadores políticos, Alas Peruanas tiene varios
congresistas que la defienden y José Luna gasta la plata que hace con su
universidad en promover la revocatoria. En vez de pensamiento iluminador
tenemos mercachifles con ansias de acumular más poder.
Las
universidades no están cumpliendo adecuadamente su rol en el nuestro país.
Quizás esa sea una de las razones fuertes por las cuales la discusión de
nuestros futuros posibles, la conformación de un proyecto nacional, es tan
pobre en el Perú. En estas condiciones defender el statu quo universitario no
es una buena idea.
Publicado en Hildebrandt en sus Trece el 13 diciembre 2013
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