domingo, 29 de diciembre de 2013

Presupuesto: 2014 = 1994

Escribe Pedro Francke
El gobierno de Ollanta ofreció una Gran Transformación, incluyendo la política económica. Nada ha cambiado en el manejo presupuestal.
 
El presupuesto 2014 lo aprobó el Congreso, pero bajo órdenes directas del ministro de economía y finanzas Luis M. Castilla quien, como recordamos, había sido vice-ministro bajo Alan García. Pocas veces un continuismo tan descarnado, tan poco sutil: hay tan pocos cambios en el MEF que ni siquiera cambiaron las caras. Sin duda algo que NO ha cambiado es que el Congreso solo pone su firma pero no discute nada. Para asegurarse eso Castilla misma estuvo presente hasta que la Comisión de Presupuesto aprobó la cifra global de presupuesto, mientras por los pasillos del Congreso los funcionarios de presupuesto del MEF negociaban obritas para las provincias de algunos congresistas como “canje” por sus votos.
 
Desde hace 20 años seguimos con la misma lógica presupuestal del fujimorismo. Por un lado pocos impuestos sobre las grandes empresas. Exoneraciones tributarias a las agroexportadoras, que venden cientos de millones de dólares de espárragos o uvas al exterior pero pagan la mitad de impuesto a la renta (15%) o de contribución a la seguridad social (4%) que cualquier pequeña empresa de la ciudad. Ventajas especiales a las mineras que tienen depreciación acelerada de sus inversiones. Todo esto hace que la recaudación tributaria sea baja: apenas 16% del PBI, sin a pesar de que el Acuerdo Nacional suscrito hace una década establece una meta de 18%, que es aun baja para estándares internacionales.
 
Pocos ingresos llevan a un bajo gasto en salud y educación. Se resalta en estos días los pobres resultados de la educación peruana. ¡Pero si el estado dedica miserias a la educación y la salud! En educación seguimos en 3% del PBI, la mitad de lo mandatado constitucionalmente. En salud, es aún menos, apenas 1,5% del PBI. Los neoliberales insisten en reformas privatizantes para hacer más eficientes esos servicios, pero siendo verdad que los sistemas educativos y de salud no están bien organizados, con el presupuesto que tienen no es posible lograr el objetivo de servicios de calidad para todos.
 
El equilibrio presupuestal es de bajo nivel, beneficios a los ricos y malos servicios básicos. El equilibrio político se busca resolver recentralizando todo en el Poder Ejecutivo.  No funciona: la popularidad del gobierno va en picada, igual que en anteriores regímenes. La gente no es tonta y frente a esta realidad brutal, la sonrisa de Nadine no llega más lejos que las poses de García.
 
Publicado en el Diario La Primera, 4 de diciembre de 2013   

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