A diversos analistas
defensores de la minería contaminadora y el neoliberalismo les cuesta entender
que la izquierda esté promoviendo inversiones privadas en Lima, y al mismo
tiempo critiquen proyectos mineros que afectan el ambiente y tratan de
imponerse violando derechos fundamentales.
Es simple: queremos
inversiones y crecimiento económico, asegurando que sea a favor del desarrollo
humano y resguardando el ambiente. Los negocios privados que favorecen a muy
pocos y nos dejan corrupción, contaminación, y violación de derechos, no los
queremos.
Por eso en Espinar buscamos
el diálogo con el gobierno y la empresa minera Xstrata, con el objetivo de que
la nueva mina Antapaccay opere pero evitando nuevos daños al ambiente y
logrando aportes a favor del progreso económico y social de la provincia.
Por eso en Lima se promueve
el proyecto Vía Parque Rímac que combina túneles y vías rápidas, con la
recuperación de todo el espacio alrededor del río en un gran parque y espacio
público. Por eso en Lima se promueven inversiones privadas en grandes vías que
faciliten el transporte, lo que mejorará la calidad de vida y ayudará a
descongestionar el tráfico. Por eso en Lima la reforma del transporte promueve
inversión privada en buses grandes con el patrón Euro4 cuyas emisiones de gases
son muchísimo menores, ayudando así a reducir la contaminación del aire en
nuestra ciudad
Pero por eso mismo estamos
en contra de Comunicore, una “empresa privada” que consiguió comprar una deuda
de la Municipalidad de Lima de 35 millones de soles pagando solo 14 millones,
cobrarla en un mes, embolsicarse 21 millones de soles y repartirlos incluyendo
un jugoso pago al esposo de una sobrina de Castañeda Lossio. Esa inversión
privada no nos gusta.
Tampoco aprobamos que en
Cañaris se quiera hacer un proyecto minero sin la consulta a la población
indígena como manda el derecho internacional, y con un Ministerio de Energía y
Minas que sospechosamente saca resoluciones contradictorias.
Así como muchas cosas de la
vida, hay inversiones que son buenas y hay empresas corruptas y contaminadoras.
El dinero no es un fin en sí mismo, como insistió hace años el Premio Nobel de
Economía Amartya Sen. El objetivo es la Calidad de Vida y el Buen vivir, y para
eso, queremos inversiones que sean buenas.
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