Escribe
Pedro Francke
La
producción industrial se redujo 1,2 por ciento el primer trimestre y 3,3 por
ciento en abril. Al mismo tiempo, el BCR y los bancos mantienen pronósticos de
que la economía peruana crecería al menos 6 por ciento este año. Estos
pronósticos no están descaminados, ya que en abril la producción de
electricidad creció 7 por ciento, y este consumo de energía como se sabe está
estrechamente ligado al crecimiento general de la economía.
Las
cifras de abril confirman lo que dijimos semanas atrás: el crecimiento general
de nuestra economía no se está deteniendo, lo que está en crisis es la
industria. Tenemos ahora una economía de dos velocidades; mientras la industria
está en retroceso, la minería y otros sectores como la construcción y los
servicios, que no compiten internacionalmente, están en auge.
Esto
lleva a una obvia conclusión: la preocupación de la política económica debiera
ser como reactivar la industria, no como apoyar la minería. Como sabemos, eso
no ha pasado, y el paquete de medidas del gobierno se ha orientado a reducir
derechos indígenas, ambientales y sociales para favorecer a las trasnacionales
mineras.
La
caída de la industria debe preocupar porque no hay país desarrollado que
carezca de una industria avanzada. La industria es el sector económico donde se
concentra el progreso tecnológico y cuyos eslabonamientos con los otros
sectores permiten que estas ganancias de productividad alcancen a toda la
estructura económica, lo que permite que los frutos del progreso se compartan
ampliamente en la sociedad.
El
problema de la industria peruana es aún más grave si observamos que lo que más
caen son las exportaciones, lo que muestra las deficiencias de competitividad,
mientras la industria para el mercado interno (como las ramas vinculadas a la
construcción) crece pero sin una sostenibilidad asegurada ya que no podemos
descartar ni una burbuja inmobiliaria ni una posible crisis por desequilibrio
en la balanza de pagos.
El
gobierno debe responder con medidas de reactivación industrial, recuperando el
tipo de cambio real, facilitando el crédito y el acceso a capitales,
capacitando trabajadores y promoviendo innovación tecnológica. No hay que
cruzarse de brazos ante la crisis de la industria ni insistir en el fallido
camino de reducir salarios.
Publicado en el Diario La Primera, 5
de junio de 2013
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